En la historia de la Tierra no hay precedentes de un nivel de destrucción como el que vivimos actualmente
Por Sabrina Clemente Martín*
Cada 22 de mayo se conmemora el Día Internacional de la Diversidad Biológica, creado por la Organización de las Naciones Unidas. Esta fecha nos sirve como referente para reflexionar sobre el impacto del ser humano en nuestro planeta y sobre la biodiversidad o la variedad de seres vivos que existen en sus ecosistemas.
Los ecosistemas y la biodiversidad que sostienen producen una serie de beneficios o servicios ecológicos que conservan la vida en la Tierra y redundan en el bienestar de las personas, proporcionando alimentos y otros recursos, y regulando el clima, la calidad del aire y del agua. Cada especie de nuestros ecosistemas es el resultado de complejos procesos evolutivos acaecidos a lo largo de la historia de la Tierra y contiene información genética que recoge millones de años de adaptación a las condiciones ambientales del planeta. Esta variabilidad genética es básica para garantizar la adaptación y persistencia de las especies frente a cambios ambientales futuros. Así, se entiende que la pérdida de biodiversidad no solo reduce la disponibilidad de recursos, sino también la variabilidad genética y la capacidad de los ecosistemas para adaptarse a perturbaciones, tanto naturales como mediadas por el hombre.
Aunque hoy en día no se pone en duda la importancia de la biodiversidad, lo cierto es que solo se conoce una reducida parte de las especies. Cada año se describen miles de especies nuevas en el mundo, pero también otras muchas se extinguen irreversiblemente, algunas, incluso, sin haber sido conocidas por el hombre. Por ejemplo, el fondo oceánico a más de 1000 m de profundidad es el hábitat más extenso del planeta, pero su biodiversidad permanece aun prácticamente inexplorada. Esta falta de conocimiento no ha frenado el ritmo de destrucción de los fondos oceánicos, poniendo en peligro el reservorio de biodiversidad profunda en un ambiente oceánico donde solo el 1% de la superficie está legalmente protegida.
Si profundizamos en las amenazas actuales que sufre la biodiversidad veremos que derivan, directa o indirectamente, de las actividades humanas. La sobreexplotación de especies con actividades como la pesca, la deforestación, o el comercio ilegal de especies suponen una continua merma de organismos. La progresiva destrucción de hábitats naturales, que quedan fragmentados por las construcciones humanas, reduce su capacidad de albergar especies. La introducción de contaminantes y químicos tóxicos, así como de especies invasoras por el movimiento de personas, producen importantes daños en la estructura de los ecosistemas. Todo esto sin olvidar los efectos del cambio climático o el resultado acumulado de las altas emisiones de gases de efecto invernadero desde la revolución industrial hasta nuestros días, que alteran drásticamente el medioambiente. Son tantas las presiones que soportan actualmente nuestros ecosistemas, que los científicos han acuñado un nuevo término para esta época moderna de la historia de la Tierra en la que las actividades humanas están provocando cambios biológicos y geofísicos a escala mundial: el Antropoceno.
AL BORDE DE LA EXTINCIÓN
El Antropoceno es la época actual de gran crisis de la biodiversidad. Grupos como las aves o los mamíferos pierden unas dos especies por año. Son tasas de extinción muy elevadas, de cien a mil veces superiores que las registradas a lo largo de la historia de la Tierra. Y estos datos alarmantes se repiten en todos los grupos biológicos, con lo que podemos afirmar que, actualmente, estamos experimentando una extinción masiva de la vida en este planeta. No es la primera vez que la Tierra sufre grandes extinciones. Episodios precedentes acabaron, por ejemplo, con los dinosaurios y con hasta el 75% de las especies que vivían hace unos 65 millones de años. Sin embargo, la gran diferencia radica en las causas de estos niveles de extinción tan acusados. Mientras que los eventos anteriores fueron causados por fenómenos naturales, ahora es el hombre el que está provocando la desaparición del resto de especies, además, en un periodo de tiempo extremadamente corto. Con el actual ritmo de extinción, en pocas generaciones el ser humano sufrirá las graves consecuencias de la pérdida de diversidad en los ecosistemas. Sin sus recursos y servicios no se podrá sostener la vida en el planeta por mucho tiempo.
Los datos no engañan y el mensaje es claro. Necesitamos urgentemente invertir en conservar nuestra biodiversidad, para garantizar la salud y subsistencia del planeta y de nuestras generaciones futuras.
* Profesora Contratada Doctora del Área de Zoología, Universidad de La Laguna. Grupo de Investigación en Biodiversidad, Ecología Marina y Conservación