Océanos de plástico

Llegada masiva de plásticos a Playa Grande, Tenerife. Mayo 2021. Imagen cedida por el Grupo de Investigación AChem de la Universidad de La Laguna

¿Cómo podemos seguir sin darnos cuenta que nuestras acciones, por pequeñas y vanas que parezcan, están teniendo un efecto muy importante sobre nuestro entorno?

Por Javier Hernández Borges

La verdad es que cuando le puse el título a este artículo (antes de empezar a escribirlo, eso sí), enseguida pensé en que se parecía al de alguna de esas películas que prometen dejar huella, pero que también te pueden decepcionar por las expectativas creadas. Espero que no ocurra esto último. Lo hice precisamente pensando en las noticias que se han publicado en las islas las pasadas semanas…

Probablemente, muchos habrán oído hablar de una nueva llegada masiva de microplásticos a Playa Grande, en El Porís, nuestro punto negro de llegada de microplásticos por excelencia en Canarias, pero que en realidad también ha tenido lugar en un buen número de playas del archipiélago. Los estudios que venimos desarrollando desde octubre de 2019 en el proyecto IMPLAMAC (Evaluación del impacto de microplásticos y contaminantes emergentes en las costas de la Macaronesia) están permitiendo conocer, de una manera más precisa y casi a tiempo real, a qué nos estamos enfrentando en esta materia.

A lo anterior podemos sumarle la publicación de varios artículos en diversos medios de comunicación sobre la supuesta existencia de una “sopa de plástico” en Canarias, en referencia a un artículo recientemente publicado por compañeros de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y del Instituto Español de Oceanografía, con los que también colaboramos desde nuestro grupo de investigación. En dicho artículo se mostraban los resultados del estudio de la presencia de microplásticos en columna de agua hasta 1150 metros de profundidad. Se trata de un trabajo que ya de por sí plantea una cierta complejidad operativa, pero que es de los pocos en el mundo que estudian la presencia de microplásticos a tanta profundidad. Es cierto que se han encontrado numerosos microplásticos hasta los 1150 m, pero se trata de microplásticos de un tamaño extremadamente pequeño. No por ello hay que pensar que no plantean un problema. Todo lo contrario, cuanto más pequeño y disperso está un plástico, mayores pueden ser los efectos que tenga en el medio ambiente, aunque en realidad todavía sabemos muy poco de estos últimos. Pero de ahí a que exista una “sopa de plástico” en nuestro archipiélago, queda mucho, y esperemos que no suceda nada como el gran parche de basura del océano Pacífico, la gran “isla de plástico” de la que hablan muchos y que sí es una “sopa de plástico”.

La semana pasada, la prensa también se hizo eco de los primeros resultados del proyecto MICROSED, financiado por la Fundación Diario de Avisos y llevado a cabo por nuestro grupo de investigación, mostrando la presencia de un importante número de fibras textiles, fundamentalmente sintéticas, en sedimentos marinos recogidos a 5-10 m de profundidad en diferentes puntos de cada una de las islas del archipiélago.

A lo anterior también hay que añadir la publicación de los primeros resultados de nuestro proyecto IMPLAMAC, en el que hemos podido constatar la presencia de un nuevo punto negro de llegada masiva de microplásticos en Arena Blancas, El Hierro. Su orientación este, y el hecho de que los vientos predominantes, unidos a las corrientes, están gran parte del año trayendo a tierra cualquier objeto que flota en el océano, hacen de esta playa un punto especialmente frágil y que debemos seguir monitorizando durante los próximos años. Desgraciadamente, hay que añadirla ya a la lista de puntos negros formada por las playas de Famara (Lanzarote), Lambra (La Graciosa) y Playa Grande (Tenerife). Esperemos no tener que añadir ninguna más.

Hoy 8 de junio, Día Mundial de los Océanos, no podemos dejar de evidenciar el grave problema de contaminación por plástico que estos están sufriendo. Siempre digo que los que trabajamos en esta línea de investigación, somos, por encima de todo, personas, personas que también tenemos conciencia medioambiental. Es duro encontrar microplásticos allá donde mires. Es duro llegar a una playa y comprobar que se encuentra como la imagen que acompaña a este artículo. Es difícil de describir la sensación de impotencia que te invade en ese momento. Inmediatamente te vienen a la mente muchas preguntas… ¿Por qué están ahí? ¿Cómo hemos podido llegar a esta situación? ¿Cómo podemos seguir sin darnos cuenta que nuestras acciones, por pequeñas y vanas que parezcan, están teniendo un efecto muy importante sobre nuestro entorno? La contaminación que vemos ahora en nuestros océanos es la herencia que nos dejaron los que consumieron ese plástico hace más de 20 o 30 años. Nosotros mismos hemos contribuido a ello. ¿Queremos seguir dejando esa herencia medioambiental? Si no dejamos de hacerlo ya, entonces sí que tendremos de verdad… “océanos de plástico”, y esa sí que será una película de las que dejan huella…

Profesor Titular de Química Analítica y coordinador del Grupo de Química Analítica Aplicada (AChem) de la Universidad de La Laguna


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